lunes, 23 de marzo de 2015



 INFORMACIÓN DEL CAPITÁN ALATRISTE


El capitán Alatriste; Arturo y Carlota Pérez-Reverte
INDICE
Resúmenes por capítulos................................................2-6
Definiciones de palabras.................................................7-8
Personajes del libro.........................................................9-11
Madrid y el Alatriste........................................................12-14
Crítica................................................................................15
Bibliografía.......................................................................16
RESÚMENES POR CAPÍTULOS
LA TABERNA DEL TURCO
Íñigo es un chico que nos narra el libro. Su padre era muy amigo de Diego Alatriste, por eso le dijo que se quedaría con él. Un día su madre le preparó para mandarle a vivir con el capitán Ala triste con un primo suyo que iba a Madrid.
Íñigo llegó y el capitán salía de la cárcel. Tenía una barba bastante larga y no tenía muy buenas pintas. Se arregló un poco; lavando la ropa, yendo a la peluquería... y se fue con Íñigo a "La Taberna del Turco" dónde el capitán se solía reunir con sus amigos.
Llegaron a la Taberna y; cómo no; se encontraron con Francisco de Quevedo borracho y bebiendo, que era amigo del capitán. Quevedo siempre solía ir borracho, y cuando iba borracho solía retar a la gente que tenía cerca.
Ésta vez retó a los que estaban en la mesa con ellos, y el capitán, un poco avergonzado le decía que parase y que no retase a nadie. Quevedo seguía insistiendo, pero el capitán no le dejaba, insultaba a las otras personas y, ante esa situación el capitán les tuvo que decir a los demás que le entendiesen, que no era situación ni para huir ni para enfrentarse. Al final no pasó nada y el capitán se tuvo que disculpar por Quevedo.
Luego aparece Martín Saldaña y le dice al capitán que si se da cuenta de que ahora que ha salido de la cárcel no tiene nada y que si piensa seguir así. Para solucionarlo Saldaña le ofrece un trabajo, una emboscada por la que le pagarán mucho y ya casi tendrá más o menos la vida solucionada.
LOS ENMASCARADOS
Saldaña le explica a Alatriste todo lo que tiene que hacer para encontrarse con la persona que le explicará la misión. Después de hacer todo bien hay un hombre de cabeza redonda que le explica al capitán y a la otra persona (el italiano) lo que deben de hacer.
La noche del viernes pasarán 2 hombres en caballo; y ellos deberán atacarles (o sin sangre o con muy poca) para quitarles todas sus bolsas o todo lo que lleven. Pueden herir al rubio, pero herirle muy poco, apenas tocarle, alguna magulladura en el brazo, pierna... peor que no quiere sangre. Después les pagarán esa noche un hombre que estará en la oscuridad.
Los 2 aceptan, pero luego aparece otra persona que les ofrece otra cosa; que es matarles por completo y que les dará mucho dinero. Alatriste piensa que no porque el otro parecía un bueno hombre. Cómo el que se lo ofrece no les ve muy convencidos les dice que viene de la Iglesia y que si no serán castigados. En ese tiempo se tiene mucho miedo a la Iglesia y saben lo que les puede pasar después, por eso se quedan con esa oferta que les va a pagar mejor y que; ellos creen; que es más fácil matar que no solo dejar herido a alguien.
UNA PEQUEÑA DAMA
Es un capítulo un poco raro en el que el autor mezcla dos cosas y no se entiende muy bien.
Estaba Íñigo en la Taberna y el capitán estaba en una mesa reservada por Caridad con sus amigos. Estaban hablando de problemas de ignorancia, de economía... (de lo que siempre solían hablar y discutir). Llegó Quevedo y se sentó con ellos, empezó a beber y acabó borracho como siempre, también dijo que quería retar pero el capitán no sabía a quién. Se lo preguntó y le respondió que a la sociedad, a la ignorancia; a la España de la época.
En la “segunda parte” Íñigo está fuera de la Taberna y pasa, como todos los días, un carruaje que lleva a una niña de unos 11 años de la que él se ha enamorado. Normalmente pasan por la taberna de paso, pero ésta vez se detienen unos 20 pasos antes y él se acerca a ver a la niña. El conductor le mira con mala cara pero hasta que no arranca Iñigo no se retira. La niña se asoma a la ventana, pone la mano y sonríe un poco; una sonrisa que él no sabe cómo interpretar. Es la chica que está en el rincón de su corazón.
LA EMBOSCADA
Alatriste y el italiano estaban ya preparados para lal emboscada. Habían preparado un farolillo en la esquina para ellos poder ver a los rivales, pero los rivales no a ellos. Iban vestidos de negros, con las armas preparadas. Ya habían hecho el reparto. El joven le tocaba a Alatriste y el otro le tocaba al italiano.
Ya eran un poco más de las 8 y se oyeron como los dos hombres se iban acercando. Estaban ya cerca y tenían que atacar, Alatriste no conocía al suyo, pero parece que el italiano si y se pusieron a pelear.
Estuvieron peleando mientras los ingleses gritaban algo referente al cuartel que despistaba a los otros dos un poco. Alatriste estuvo pensando un poco cuando le costaba matar a su rival, pensaba que porqué unos solo les querían herir y el otro les quería matar. El italiano ya casi había vencido pero vio a Alatriste un poco dudoso y paró.
Alatriste le dijo que parase que les dejaría aunque le costase el cuello, asumiría las consecuencias. Al principio el italiano no estaba muy de acuerdo y siguió intentándole matar, aunque Alatriste con su espada paraba los golpes que le intentaba dar.
Al final les dejaron irse y no les mataron. Alatriste dijo que otro día les matarían.
LOS DOS INGLESES
El italiano se fue, y el capitán ayudó al inglés a curar al joven que tenía un rasguño en el brazo, que no iba a necesitar ni cabestrillo.
Los ingleses no se fiaban mucho ya que, era muy extraño que después de que les hubiese intentado matar ahora les estuviese ayudando, pero al no pasar nada pensaron que ya no corrían peligro.
Después de que les ayudase, cuando ya estaban bien le empezaron a preguntar que quién era y que porqué primero les querían matar y luego les ayuda. El capitán no cree que deba responder a las preguntas y no contesta.
A los ingleses les da miedo ir a su destino solos y le preguntan al capitán si les puede ayudar. Pero dice que no. Aunque piensa que él necesita un lugar para dormir y donde refugiarse esa noche y piensa ir a ver a su amigo, el conde de Guadalmedina y le cuenta la historia. El conde le dice que los ingleses no son quiénes él se piensa y le explica quién es uno de ellos.
El conde decide ir con los ingleses y con unos criados suyos (todos armados) al destino de los ingleses (casa de las Siete Chimeneas). El capitán se quedará a dormir esa noche en la casa del conde.
Antes de irse hacia esa casa el capitán habla con los ingleses que le dicen que siempre estarán agradecidos de que no les haya matado sin que importe quién sea y que buscasen. También le dice que el verdadero heredero del rey Jacobo de Inglaterra está en Madrid, aunque lo que pasó esa noche no se puede publicar se sabrá que un tal Diego Alatriste podía haberles matado pero no quiso.
EL ARTE DE HACER ENEMIGOS
El otro inglés era Carlos Estuardo. El capitán se entera en éste capítulo de que venía a casarse con doña María que era española y se uniría España con Inglaterra, para que surgiera el fin de la enemistad entre ambos. Comprendió porque les habían mandado ir a matarles y era porque a esas personas no les convenía ese matrimonio ni esa unión entre España e Inglaterra.
Al día siguiente tuvo lugar una reunión en la que todos comentaban lo que había ocurrido. Íñigo no estaba con el capitán si no que estaba con la Lebrijana a ver al príncipe a al Plaza Mayor.
En la plaza mayor se encuentra con la chica de la que se había enamorado y están hablando. La chica se lo cuenta al que hay con él en la carroza y se asoma a la ventana con cara de extraño al oír el nombre de capitán Alatriste.
LA RÚA DEL PRADO
Al día siguiente de que todos se enterasen había un desfile en el que había muchas caravanas, pero el príncipe Carlos estaba metido en una que habían prohibido señalar puesto que no se podía saber quién era (de hecho no se sabía) y María, su futura esposa, iba en otra que se paseaba buscando a su prometido. Para reconocerla llevaba una cosa azul en el brazo.
Luego, Martín advierte a Alatriste y a Saldaña que están en peligro, puesto que no habían hecho lo que les habían dicho respecto a los ingleses.
Martín les dice que les debe llevar a un sitio que no puede desvelar, pero lo que sí que les dice es que el no les va a matar y que será mejor que vallan y también que deberían haber huido ya.
Alatriste y Saldaña se acaban decidiendo por ir aunque con un poco de miedo, el capitán piensa que le van a matar.
Íñigo estaba escondido escuchando y cuando acabaron y se fueron él cogió unas armas que había colgadas y sobre la mesa y salió detrás. Veía como todo era muy raro y se sentía muy inquieto pero aún así era valiente y estaba dispuesto a esperar ya que Alatriste era amigo de su padre y no le podía abandonar.
EL POTRILLO DE LAS ÁNIMAS
Saldaña lleva a l capitán al Potrillo de las ánimas que es un lugar del que tiene miedo de ir puesto que no va nadie.
Allí está el enmascarado que le mandó herir a los ingleses junto a Balboa. Le empiezan a hacer un interrogatorio a la vez que apuntan lo que responde. Le dicen que porqué no les mató o hizo lo que les mandaron y que si había dicho a alguien lo ocurrido. El capitán contestaba un poco asustado a todas las preguntes.
Cuando acabaron el interrogatorio dejaron que el capitán se fuese. Le dijeron que ellos ya habían acabado y que por su parte ser podía ir.
El capitán estaba muy extrañado y empezó a preguntar que si le dejarían irse tan fácil, si no le iban a matar ni nada perecido. Ellos se limitaron a decir que habían acabado.
Íñigo que estaba fuera estaba asustado porque no salían, y e fue a la otra puerta donde vio en al plaza a 3 a punto de pelear pero no sabía quién eran.
Se acercó un poco más y distinguió al capitán, como le vio en peligro decidió ayudarle y apuntó con la pistola a uno de sus rivales y le dejó herido. Mientras el capitán se peleaba con un italiano que le dejó tirado en el suelo, el capitán no le reconocía pero al final, cuando se fue el hombre le dijo que era Gualterio Malatesta.
El capitán no estaba herido del todo y se levantó a ayudar al otro herido y mandó a Íñigo a por su capa para tapar un poco la sangre del otro e intentar salvarle.
LAS GRADAS DE SAN FELIPE
Habla de un lugar (una especie de anfiteatro de semicírculo) al que Alatriste va de vez en cuando y habla con sus amigos.
Después del duelo que tiene la noche anterior y antes de acudir a la obra de Lope va a las Gradas de San Felipe y está hablando con sus amigos, de los cuales algún trozo de lo que dicen sale en el libro.
EL CORRAL DEL PRÍNCIPE
El capitán e Íñigo van a ver una representación de su amigo Lope de Vega. Cuando van hacia allí se encuentra con sus amigos aunque en las gradas se tienen que sentar separados ya que está lleno.
Empieza la obra e Íñigo se enamora de Laura, una chica que hacía la obra.
El capitán está de pie junto a Íñigo, intentando hacer hueco para que vea bien. Mientras están viendo la actuación hay un hombre que le está chistando al capitán para que se calle (pero el capitán no le está hablando). En la segunda actuación le pasa lo mismo pero está vez no es uno si no que son dos. Como el capitán había usado esa técnica alguna vez se da cuenta que lo que quieren es pelear. Pero ahora no son dos, son 5; y aunque el capitán corra mucho peligro (5&1), decide luchar.
Son 5 contra uno y el rey (que estaba presente en la parte de arriba lo ve), y manda a una de sus personas a separarles y poner orden. Antes de que fuese a decir nada también se une Quevedo a la pelea, y los dos ingleses (los cuales decían que debían la vida al capitán). Cuando toda la gente que estaba observando vio aparecer a los ingleses empezaron a aplaudir.
Cuando sucedió esto el rey reaccionó y ordeno que cesara la locura, y en esas se le cayó un guante lo que le hizo perder los papeles.
EL SELLO Y LA CARTA
Cogen presos a Alatriste y a otros dos, el resto o está herido, o ha escapado o le han dejado irse.
Al capitán le mandan ir donde el conde de Olivares. Cuando está allí está un poco asustado ya que le ve tras una mesa llena de cartas y leyendo alguna; pero lo que está haciendo es revisando la historia (guerras en las que ha participado, si ha sido herido o no, a quién ha matado...).
El conde quiere saber quiénes estaban implicados en la emboscada contra los ingleses, pero el capitán se resiste a contarle la verdad.
Mientras están hablando aparece Luis de Alquézar y hablan de eso. Él era uno de los enmascarados y como sabía quién había participado implica, pero de manera indirecta, a Fray Emilio Bocanegra.
Al capitán le dan un cofre que habían dejado, en agradecimiento, los dos ingleses. El cofre estaba muy bien decorado. Dentro había un anillo con un sello con las tres plumas del heredero de Inglaterra gravadas.
También le dio una carta escrita en inglés en al que decía que cualquier súbdito de la Majestad Británica estaba obligado a prestar ayuda al capitán siempre que él la pidiese.
DEFINICIONES DE PALABRAS
Vorágine: Remolino impetuoso que hacen en algunos parajes las aguas del mar, de los ríos o de los lagos. / Confusión, desorden y precipitación en los sentimientos, forma de vida, etc
Apócrifo: Obra que no pertenece al autor al que se le atribuye.
Jergón: Colchón de paja, esparto o hierba.
Glauca: es un color. Verde claro.
Escudriñar: Examinar, indagar y averiguar algo con cuidado y atención.
Desabrido: Áspero y desapacible en el trato a otras personas.
Febriles: Se dice del que tiene fiebre.
Impíos: Falto de piedad religiosa / incrédulo, ateo, que no respeta lo sagrado.
Yantar: En la Edad Media se llamó en León y Castilla yantar (en Aragón y Navarra significaba "cena") a un tributo público que resultó de la redención en metálico del servicio personal de hospedaje
Milord: Españolización de “my lord”, tratamiento dado a los nobles ingleses
Pardiez: Se usa como fórmula de juramento
Fámulo: criado o sirviente de un convento u otro medio eclesiástico.
Baladí: algo que es de poca sustancia o importancia.
Rubricar: Suscribir, dar testimonio de una cosa / poner uno su rúbrica (rasgo o conjunto de rasgos de figura determinada que, como parte de la firma, pone cada cual después de su nombre)
Rúa:zanja, hoyo; vómito, vomitar; número dos; zona de pesca
Recato: Cautela, prudencia, reserva, honestidad, decencia.
Tahalí: Cinturón de cuero de los "armados" donde llevan el machete
Ardite: Moneda de poco valor
Cariz: Aspecto que presenta una determinada cuestión
Donaire: Designa el papel que desempeña el "gracioso" en las comedias del teatro de Lope y de sus seguidores
Basquiñas: Falda, normalmente negra, larga y con muchos pliegues, que usaban las mujeres para salir a la calle
Celosías: Enrejado de pequeños listones, generalmente de madera o hierro, que se coloca en las ventanas y otros huecos análogos para poder ver a través de él sin ser visto.
PERSONAJES DEL LIBRO
Diego Alatriste y Tenorio: éste es su nombre completo aunque se le nombra con “capitán Alatriste”. Lo de capitán es un apodo que viene de sus sueños como soldado en Flandes. Regresó a Madrid tras ser herido en la batalla de Fleurs. Es el protagonista del libro junto a Íñigo que es el que cuenta lo que sucede.
Diego Velázquez: nace en Sevilla. Y es bautizado en 1599. Aprendió letras, la filosofía de su tiempo y algunas lenguas, posiblemente el latín, el italiano y, seguramente, también francés, pues se sabe que acompañó a visitantes ilustres y al embajador de Francia. Estudió en san Enermgildo. Era el pintor de la Corte de Madrid. Aunque se nació en Sevilla se trasladó a la Corte de Madrid.
Lope Balboa: soldado que nació en Sevilla pero que vivía en el País Vasco. Es el padre de Íñigo. Era compañero de armas de Alatriste en la guerra y el capitán le prometió que él cuidará a su hijo. Les unía una gran amistad.
Luis de Alquézar: letrado aragonés que estudió en Zaragoza e inició su carrera como escribano de la Real Audiencia de la capital aragonesa. Llegó al Consejo de Aragón hacia 1610. Contando con el apoyo de Olivares, alcanzó el preciado cargo de secretario real en 1623. Ese mismo año conoció a Diego Alatriste
Gualterio Malatesta: es un espadachín italiano, sarcástico y peligroso. Entra al servicio de Luis de Alquézar y se queda con él para siempre. Luis de Alquézar y Malatesta odian profundamente a Alatriste, y parece que es eso lo que les une más.
Angélica de Alquézar: es la sobrina de Luis de Alquézar y menina de la reina. Es una niña muy guapa, con ojos azules y grandes de la que Íñigo se enamora locamente. Aunque él no sabe que esa niña es una niña muy mala, que parece el diablo.
Íñigo Balboa: es el narrador del libro, es un chico de 12 años. Su padre era Lope Balboa y fue camarada de Alatriste en el ejército. Murió en Flandes, y Alatriste le prometió que cuidaría de su hijo. Cuando cumplió los 12 años si made le mandó a Madrid a servicio del capitán. Nació en Oñate.
Conde de Guadalmedina: era muy amigo de Felipe IV y eso hacía que tuviese una gran influencia en la corte. A los veinte algún años ya formaba parte del estado mayor del duque de Osuna. Peleaba contra turcos y venecianos. Fue ahí cuando se hizo amigo de Alatriste.
Bartolo Cagafuego: hombre muy valiente, de Madrid aunque decía más de lo que hacía. Estuvo preso en la cárcel. Fue condenado a galeras; y gracias a la intervención de Alatriste fue liberado de la cárcel.
Francisco de Quevedo: Buen poeta y fiel amigo de Alatriste. Siempre está dispuesto a pelear o a recitar un poema. Es satírico y criticón, tiene muy mal genio y le crea muchos enemigos en ala Corte. Aunque el que más es Góngora, aparte de que es otro poeta.
Caridad la Lebrijana: nació en Sevilla pero vivió en Madrid. Trabajo 6 años como actriz, y luego como prostituta. Trabajaba en la Taberna del Turco, donde Alatriste y sus amigos se reunían. Era la amante de Alatriste e Íñigo al describe como una mujer muy guapa.
Dómine Pérez: Jesuita madrileño, sacerdote en la iglesia de San Pedro y San Pablo de Madrid. Amigo de Diego Alatriste, preceptor de Íñigo Balboa y contertulio de la Taberna del Turco.
Luis de Góngora: nació en Córdoba. Estudia gramática. Escribe poemas y publica algunos. Es un gran enemigo y odiado de Francisco de Quevedo.
Martín Saldaña: Es un soldado de las guerras de Flandes. Tras su licencia, y gracias a su cuñado mayordomo en Palacio. Fue nombrado teniente de alguaciles. Era muy amigo de Alatriste y procura favorecerle siempre que puede.
Fray Emilio Bocanegra: Es un fraile dominico fanático e implacable. Su posición como presidente del Consejo de los Seis Jueces dentro de la Santa Inquisición le permite obrar sin miedo a castigo alguno.
Conde de Olivares: era el valido del rey Felipe IV y su poder era inmenso. Era un monarca joven. Le gustaba más la fiesta y al caza que los asuntos de gobierno.
Fadrique el tuerto: Boticario con tienda abierta en la madrileña plaza de Puerta Cerrada. Amigo de Diego Alatriste y contertulio de la taberna del Turco.
Lope de Vega: nace en Madrid pero pasa una temporada en Sevilla (sus primeros años) en casa de su tío. Cuando es joven se fuga de casa con un amigo. Empieza a escribir poemas y a publicarlos. Viaja mucho pero tras una crisis religiosa vuelva a Madrid. También escribe comedias que luego se representan. Su muerte fue un hecho muy importante.
Álvaro de la Marca: miembro de la Corte de Felipe IV. Luchó en Nápoles donde conoció y tuvo en favor al Capitán Alatriste, quien en una oportunidad le salvó la vida. Al momento de la historia goza de la predilección del rey y del Conde de Olivares.
Fernando Gonzaga de la Marca: héroe de las campañas de Flandes en tiempos del gran Felipe II y de su sucesor Felipe III.
Carlos Estuardo: Es el príncipe de Gales que viene para casarse son la infanta María, y es uno de los dos ingleses los cuales mandan matar a Alatriste y al italiano.
Madame de Aulnoy: escritora francesa conocida por sus cuentos de hadas. Era miembro de una familia noble. Se casó con uno que la sacaba 30años y tuvo tres hijos con éste. Se asentó en Paris.
Martín Saldaña: soldado retirado. Coincidió en los tercios de Flandes con Alatriste. En 1623 fue el encargado de investigar el caso de la dueña que apareció estrangulada en una silla de manos, asunto ligado al asalto al convento de las adoratrices benitas en el que participó Alatriste.
Vélez de Guevara: dramaturgo y novelista español del Siglo de Oro dentro de la estética del Barroco conocida como Conceptismo. Fue hijo del licenciado Diego Vélez de Dueñas y de Francisca Santander. Estudió en Osuna (1596) y fue soldado en Italia en el ejército del Conde de Fuentes, participando en las campañas de Saboya y Milán bajo el nombre de Luis Vélez de Santander
Luis Quiñónez de Benavente: nació y vivió en Toledo hasta 1617. Se hizo clérigo muy joven. Era un gran amigo de Lope de Vega.
María de Castro: es una artista que aparece en la comedia que Lope representa.
Gaspar de Guzmán: nació en Roma y estudió en Salamanca. Es el duque de Olivares. Sus hermanos murieron y junto a su padre se metieron en la Corte de Madrid y Valladolid. Se va de la Corte y en 1615 vuelve al servicio del futuro Felipe IV.
Rodrigo Calderón: Marqués de Lerma en el siglo XVI-XVII.
Ambrosio de Spínola: Marqués de Balbases. Tras un fracaso en un enfrentamiento judicial con los Doria decidió retirarse de la ciudad y mejorar la fortuna de su casa sirviendo a la monarquía española en Flandes.
Personajes no información: Miguel de Orduña, Inés de Zúñiga, Saavedra Fajardo, Hurtado de Mendoza, Infanta María, Álvarez de Sidonia, Juan Vicuña.
MADRID Y EL ALATRISTE
Éste Madrid es una ciudad fea y muy ruin, excepto algún edificio que nos dice lo contrario, y nos demuestra que era la capital más poderosa del mundo. Las calles eran de tierra y sin aceras. La mayoría de las casas eran bajas y los edificios oscuros y feos.
LOS ORÍGENES:
Hasta Felipe II, Madrid era un pueblo en torno a un castillo más alto. Se convirtió en capital del reino tras unos problemas y cambios de reyes que hubo. Creció rápidamente y en menos de 5 años ya tenía 2500 casas, 14 parroquias y 20 conventos. En 1571 la población pasaba de los 14000.
Una persona que pasó por allí en el siglo XVII hizo un retrato en el que Madrid daba pena. No había planificación urbanística, solo había una débil muralla...
LOS HABITANTES
Tiene una numerosa población flotante, muchas de las personas que van a al capital a arreglar asuntos están obligados a quedarse, y así se produce un aumento de la población. Ésta gente se tiene que dedicar a algo y, así se va formando una ciudad; empiezan a aparecer bares, gente que se dedican a los servicios...
Las plazas principales estaban llenas de movimiento y con mucha vida. Y por la tarde mucha gente acude al paseo del Prado para presumir de sus carruajes y de sus posesiones.
Por la noche es un lugar peligroso y pocos se atreven a salir. Los que salen van armados y normalmente con escoltas.
PROBLEMAS CON LA HIGIENE Y EL OLOR
Nadie recogía la basura y no había ningún tipo de alcantarillado, los retretes suelen tener un agujero que de vez en cuando vacían los poceros. La basura se arrojaba a la vía pública, ya que no tenían otro sitio al que tirarla. Ésta se pudría al sol y apestaba. También se incluía al olor los muertos de algunas tumbas que se cerraban mal.
Como no tenían retrete, muchas veces lo tiraban todo por la ventana, pero una ley dice que no se podrá tirar por la ventana y que se deberá tirar pro al puerta, en invierno a partir de las 10 de la noche y en verano a partir de las 11.
EL HONOR
El honor se empieza a confundir con la honra, y los plebeyos empiezan con decisiones aristócratas para defenderlo. Todo tipo de hombre tiene honor y se valora por encima de todas las cosas. Cualquier gesto raro sirve para que un hombre se sienta deshonrado y no dudar en matar. El honor nace de la dignidad propia pero depende de la opinión de los demás, que son quienes dan y quitan el honor.
DUELOS Y DESAFÍOS
Se solían enfrentar los mejores guerreros de cada bando, y se acordaba que el resultado decidiera la lucha, sin intervenir los ejércitos, y así ahorraban sangre. Cuando los bárbaros ocupaban el imperio lo cambiaron y decían que dos personas que tenían una diferencia se enfrentaban para que Dios concediera la victoria a quién llevase razón.
En la época de Alatriste fue cuando surgieron las primeras reglas. Se establecen códigos de honor, que eliminan las malas usanzas.
LA VIDA EN LA CORTE
Felipe IV aborrece su papel de rey, ya que está sometido a una estricta normativa que no encaja bien con su carácter, aunque nunca rompe la autoridad que le impone su etiqueta ya que le han enseñado que uno de los pilares de la majestad de al realeza es la gravedad del soberano.
La vida cortesana transcurre en los sitios y palacios reales. El primero es el Alcázar Real y el Buen retiro.
LA VIDA COTIDIANA
Los españoles del Siglo de Oro no son iguales ante lal ley. Se dividen en dos grandes grupos (nobles o hidalgos y los plebeyos). Los primeros tienen privilegios y los segundos solo obligaciones.
La grandeza de un señor se miraba según el número de criados que tiene, y también depende de la antigüedad de los criados.
La gente de ésta época se preocupaba mucho de su aspecto y suelen vestir con lujo. Las damas llevan vestidos muy ajustados con corsé, y de cintura para abajo parece una campana y son muy anchos.
Agranda el escote y cada vez se lleva más grande, aunque aparece una ley que lo prohíbe excepto para mujeres que trabajen con su cuerpo.
Los hombres visten un pantalón hasta debajo de la rodilla (calzón) y una chaqueta ceñida del cuerpo hasta la cintura. Lo completan con una capa de paño que sirve de abrigo de día y de manta de noche, y un sombrero de ala ancha que a veces hace de paraguas.
LA ECONOMÍA
La principal producción de ésta época es la ganadera y agrícola. Entre el 80 y el 85% de las personas viven de ello, aunque de éstos, pocos son propietarios de la tierra que cultivan. El cultivo principal es el trigo y la cebada; ya que le pan es el alimento básico y éste está hecho de trigo.
Después está la importancia del vino y la vid.
La agricultura es pobre y poco productiva por la aridez del clima. Los campesinos siguen utilizando el arado romano, de madera y aún no conocen la rueda o no saben usarla.
Un gran problema es la financiación de las guerras. El ejército está mal organizado y hace que las guerras sean más caras y que haya menos dinero. Las grandes guerras a las que España se enfrenta; tanto con otros países como en el interior, provocan que el dinero descienda notablemente y que pierdan mucho dinero.
Los artesanos y comerciantes constituyen una pequeña parte de los campesinos, que solo alcanza cierta entidad en las ciudades más importantes. La escasez del dinero hace que es autoabastecimiento esté muy extendido, y como no había puentes no nada era muy difícil transportar las mercancías.
La producción artesanal está sometida a una reglamentación muy rigurosa, impuesta por los gremios o asociaciones de artesano que supervisan cerca de los productos y su venta. Comienzan trabajando de aprendices son poca o ninguna paga, en el taller de un maestro. Cuando pasan unos años y es adulto pasa a ser oficial o profesional cualificado, pero aún no se puede establecer por su cuenta.
EL ARTE
Durante la primera mitad del siglo, la arquitectura urbana es de formas sobrias, inspirada en la antigua Roma y elaborada durante el Renacimiento. Principalmente se manifiesta en el monasterio-palacio-panteón de El Escorial y en los edificios civiles y religiosos de Madrid. La arquitectura se caracteriza por el uso de volúmenes compactos y decoración sobria. Los vanos de puertas y ventanitas se hacen de grafito.
Las temáticas más frecuentes son la religiosas, al Corte y los temas profanos. Al principio, los retratos son manieristas, fríos y distantes, con mayor atención a los atributos del poder, pero con el tiempo iban humanizándose y ganando en naturalidad y realismo.
LA GUERRA
En ladead Media la guerra, la decide el caballero vestido de hierro que combate con lanza y espada. En tiempos del capitán las armas de fuego derrotan a la caballería. Los arcabucos tienen menor alcance que la ballesta o el arco y disparan más lentamente.
El tercio español cuenta con 3000 hombres repartidos en 12 compañías. La forma como un bloque para defender el terreno conquistado.
La defensa típica es el cuadro. Una masa de entre 2000 y 3000 hombres, con los piqueros en el centro, rodeados por mosqueteros y arcabuceros. La alineación que resulta es lenta cuando maniobra pero tiene mucha potencia en fuego y resiste bien las cargas del enemigo.



El capitán Alatriste es el título del primer libro de la colección Las aventuras del capitán Alatriste, escrito por el novelista español Arturo Pérez-Reverte en conjunción con su hija Carlota.
Ambientado en el Madrid del siglo XVII, en el Siglo de Oro español (llamado así por la posición cultural del país), narra las aventuras del personaje principal, Diego Alatriste y Tenorio, junto con su paje Íñigo Balboa.

Diego Alatriste


Arcabucero del siglo XVII.


Bandera del tercio de Ambrosio Spinola hacia 1621.

Viggo Mortensen le dio vida en Alatriste.
Diego Alatriste y Tenorio, llamado «capitán Alatriste», es un personaje ficticio llevado a la fama por el novelista y ex reportero Arturo Pérez-Reverte como protagonista de la serie de novelas Las aventuras del capitán Alatriste. El apellido Alatriste proviene del primer editor mexicano de Pérez-Reverte: Seatiel Alatriste. De acuerdo con los datos proporcionados en las novelas (inspiradas en las memorias de Íñigo Balboa), habría nacido en la actual provincia de León hacia 1582 y muerto en la batalla de Rocroi en 1643. El «capitán» Diego Alatriste y Tenorio habría sido un soldado de los Tercios Viejos, espadachín a sueldo y mentor de Íñigo Balboa.
Biografía
A temprana edad de los 13 años, se alista como paje-tambor en el Tercio Viejo de Cartagena que marcha a Flandes mintiendo sobre su edad. En ese mismo viaje, conoce al futuro capitán Alonso de Contreras. Hacia 1596 asiste a su primera batalla en el asalto de Calais, donde por su valentía sienta plaza de soldado cuando aún no ha cumplido los quince años. Llegan las Guerras con Francia y las luchas en Amiens. A los 17 años tiene el primer duelo y mata a su adversario. Vive los motines de las tropas mal pagadas en los Países Bajos.
Con 18 años de edad, y cinco que lucha en Flandes, participa en la Batalla de las Dunas y en el asedio de Ostende con su tercio. Combate primero bajo el mando del viejo conde de Guadalmedina, Álvaro de la Marca, y luego con Spínola en la toma de Ostende y Linghen frente a Mauricio de Nassau. A los 24 años participa en la encamisada del río donde gana el apodo de capitán.
Hacia 1610, durante la Tregua de los doce años, vuelve a España y participa en la expulsión de los moriscos y en la represión de los rebeldes en Valencia. Tras pedir su baja como soldado en el Tercio de Cartagena se dirige a Nápoles y se enrola en el Tercio de Nápoles luchando contra turcos y venecianos. Según él porque " Puesto a degollar infieles mejor que sean adultos y pueden defenderse ". En esta época, conoce a Álvaro de la Marca y le salva la vida, lo que hace gozar de buena reputación y se establece, pero se ve obligado a huir a España tras un asunto de faldas.
Así, en 1616 se presenta como espadachín a sueldo en Sevilla, trasladándose más tarde al Madrid de los Austrias. En 1618 se alista de nuevo con Spínola que recluta tropas de nuevo para el Tercio Viejo de Cartagena, él mismo lo recomienda para sentar plaza de sargento. En esta misma campaña muere su amigo Lope Balboa, no sin antes pedirle que se encargue de criar a su hijo Íñigo. En 1620 marcha a Alemania junto a otros 8.000 soldados para auxiliar al Emperador Fernando de Austria. Invaden el Palatinado el 6 de agosto. Cruzan el Rin 30.000 hombres y toman 30 plazas fuertes en seis meses, hasta que llegan los fríos del invierno. Mata a un alférez en duelo y es degradado y condenado a la horca. Pero salva la vida del maestre de campo tras matar a tres soldados alemanes durante la batalla de Jülich, y lo indulta.
Tras la reanudación de los conflictos en los Países Bajos en 1622 el Tercio de Cartagena se reconstruye, y es asignado a Fernández de Córdoba para luchar contra los protestantes. El 29 de agosto interviene en la sangrienta batalla de Fleurus contra las tropas del duque Christian de Brunswick. El Tercio de Cartagena sufre numerosas bajas y Alatriste resulta muy gravemente herido.
Vida novelada
En 1623 Alatriste es licenciado, y se le concede a un beneficio de cuatro escudos al año que nunca le pagarán, vuelve a España estableciéndose definitivamente en Madrid y recibe a Íñigo Balboa como paje. Al poco ocurre la aventura de los dos ingleses: El príncipe Carlos y el Duque de Buckingham (El capitán Alatriste) y más tarde Íñigo tiene problemas con el Santo Oficio (Limpieza de sangre).
Hacia 1625 se alista de nuevo, con Iñigo como mochilero que ya tiene 14 años. Llegan a Flandes por el camino español. Tiene lugar el asalto y saqueo de Oudkerk y el sitio de Breda, donde asisten a la rendición de Breda, el 5 de junio. (El sol de Breda) Desmovilizado, viaja a España por mar y, entre Cádiz y Sevilla, ocurre la aventura del oro del Niklaasbergen. En compensación el rey le regala una cadena de oro por sus servicios (El oro del rey). Durante los años 1626 y 1627, de nuevo en la villa y corte, cae de nuevo en amores con María de Castro y tiene nuevos problemas con la justicia. Salva la vida del rey en un atentado en El Escorial y este le otorga secretamente la Grandeza de España (El caballero del jubón amarillo). Ese mismo verano Iñigo y él embarcan en las galeras de Levante para luchar contra el Corso en Berbería y la costa griega. Mientras se suceden riñas y desavenencias entre Iñigo y Alatriste (Corsarios de Levante).


Diego Velázquez
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Velázquez se autorretrató en 1656 en su cuadro más emblemático, Las Meninas. Se representó pintando. En las mangas de su vestido y en su mano derecha se aprecia su estilo final rápido y abocetado. En su paleta distinguimos los pocos colores que utilizaba en sus pinturas. La cruz de la Orden de Santiago que lleva en su pecho fue añadida al cuadro posteriormente.
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (Sevilla, hacia el 5 de junio de 1599[1]Madrid, 6 de agosto de 1660), conocido como Diego Velázquez, fue un pintor barroco, considerado uno de los máximos exponentes de la pintura española y maestro de la pintura universal.
Pasó sus primeros años en Sevilla, donde desarrolló un estilo naturalista de iluminación tenebrista, por influencia de Caravaggio y sus seguidores. A los 24 años se trasladó a Madrid, donde fue nombrado pintor del rey Felipe IV y cuatro años después fue ascendido a pintor de cámara, el cargo más importante entre los pintores de la corte. A esta labor dedicó el resto de su vida. Su trabajo consistía en pintar retratos del rey y de su familia, así como otros cuadros destinados a decorar las mansiones reales. La presencia en la corte le permitió estudiar la colección real de pintura que, junto con las enseñanzas de su primer viaje a Italia, donde conoció tanto la pintura antigua como la que se hacía en su tiempo, fueron influencias determinantes para evolucionar a un estilo de gran luminosidad, con pinceladas rápidas y sueltas. En su madurez, a partir de 1631, pintó de esta forma grandes obras como La rendición de Breda. En su última década su estilo se hizo más esquemático y abocetado alcanzando un dominio extraordinario de la luz. Este periodo se inauguró con el Retrato del papa Inocencio X, pintado en su segundo viaje a Italia, y a él pertenecen sus dos últimas obras maestras: Las Meninas y Las hilanderas.
Su catálogo consta de unas 120 o 125 obras. El reconocimiento como pintor universal se produjo tardíamente, hacia 1850.[2] Alcanzó su máxima fama entre 1880 y 1920, coincidiendo con los pintores impresionistas franceses, para los que fue un referente. Manet se sintió maravillado con su pintura y lo calificó como «pintor de pintores» y «el más grande pintor que jamás ha existido». La parte fundamental de sus cuadros que integraban la colección real se conserva en el Museo del Prado en Madrid
Primeros años en Sevilla
Su casa natal en Sevilla.
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez fue bautizado el 6 de junio de 1599 en la Iglesia de San Pedro de Sevilla. Sobre la fecha de su nacimiento, Bardi se aventura a decir, sin dar más detalles, que probablemente nació el día anterior a su bautizo, es decir, el 5 de junio de 1599.[1]
Sus padres fueron Juan Rodríguez de Silva, nacido en Sevilla, aunque de origen portugués (sus abuelos paternos Diego Rodríguez y María Rodríguez de Silva se habían establecido en la ciudad procedentes de Oporto) y Jerónima Velázquez, sevillana de nacimiento.[3] Se habían casado en la misma iglesia de San Pedro el 28 de diciembre de 1597.[4] Diego, el primogénito, sería el mayor de ocho hermanos.[5] Velázquez, como su hermano Juan, también «pintor de imaginería», adoptó el apellido de su madre según la costumbre extendida en Andalucía, aunque hacia la mitad de su vida firmó también en ocasiones «Silva Velázquez» utilizando el segundo apellido paterno.[6]
Se ha afirmado que la familia figuraba entre la pequeña hidalguía de la ciudad.[7] [8] Sin embargo, y a pesar de las pretensiones nobiliarias de Velázquez, no hay pruebas suficientes que lo confirmen. El padre, tal vez hidalgo, era notario eclesiástico, oficio que solo podía corresponder a los niveles más bajos de la nobleza y, según Camón Aznar, debió de vivir con suma modestia, próxima a la pobreza.[9] El abuelo materno, Juan Velázquez Moreno, era calcetero, oficio mecánico incompatible con la nobleza, aunque pudo destinar algunos ahorros a inversiones inmobiliarias.[10] Los allegados del pintor alegaban como prueba de hidalguía que, desde 1609, la ciudad de Sevilla había comenzado a devolverle a su bisabuelo Andrés la tasa que pesaba sobre «la blanca de la carne», impuesto al consumo que sólo debían pagar los pecheros,[11] y en 1613 comenzó a hacerse lo mismo con el padre y el abuelo. El propio Velázquez quedó exento de su pago desde que alcanzó la mayoría de edad. Sin embargo, esta exención no fue juzgada suficiente acreditación de nobleza por el Consejo de Órdenes Militares cuando en la década de los cincuenta se abrió el expediente para determinar la supuesta hidalguía de Velázquez, reconocida únicamente al abuelo paterno, de quien se decía que había sido tenido por tal en Portugal y Galicia.[12]
Aprendizaje
La Sevilla en que se formó el pintor era la ciudad más rica y poblada de España, así como la más cosmopolita y abierta del Imperio. Disponía del monopolio del comercio con América y tenía una importante colonia de comerciantes flamencos e italianos.[13] También era una sede eclesiástica de gran importancia y disponía de grandes pintores.[14]
Su talento afloró a edad muy temprana. Recién cumplidos los diez años, según Antonio Palomino, comenzó su formación en el taller de Francisco Herrera el Viejo, pintor prestigioso en la Sevilla del siglo XVII, pero de muy mal carácter y al que el joven alumno no habría podido soportar. La estancia en el taller de Herrera, que no ha podido ser documentada, hubo de ser necesariamente muy corta, pues en octubre de 1611 Juan Rodríguez firmó la «carta de aprendizaje» de su hijo Diego con Francisco Pacheco, obligándose con él por un periodo de seis años, a contar desde diciembre de 1610, cuando pudo haber tenido lugar la incorporación efectiva al taller del que sería su suegro.[15] [16]
En el taller de Pacheco, pintor vinculado a los ambientes eclesiásticos e intelectuales de Sevilla, Velázquez adquirió su primera formación técnica y sus ideas estéticas. El contrato de aprendizaje fijaba las habituales condiciones de servidumbre: el joven aprendiz, instalado en la casa del maestro, debía servirle «en la dicha vuestra casa y en todo lo demás que le dixéredes e mandáredes que le sea onesto e pusible de hazer»,[17] mandatos que solían incluir moler los colores, calentar las colas, decantar los barnices, tensar los lienzos y armar bastidores entre otras obligaciones.[18] El maestro a cambio se obligaba a dar al aprendiz comida, casa y cama, a vestirle y calzarle, y a enseñarle el «arte bien e cumplidamente según como vos lo sabéis sin le encubrir dél cosa alguna».[17]
Francisco Pacheco.
Juicio Final.
Pacheco era un hombre de amplia cultura, autor de un importante tratado, El arte de la pintura, que no llegó a ver publicado en vida. Como pintor era bastante limitado, fiel seguidor de los modelos de Rafael y Miguel Ángel, interpretados de forma dura y seca. Sin embargo, como dibujante realizó excelentes retratos a lápiz. Aun así, supo dirigir a su discípulo y no limitar sus capacidades.[15] Pacheco es más conocido por sus escritos y por ser el maestro de Velázquez que como pintor. En su importante tratado, publicado póstumamente en 1649 e imprescindible para conocer la vida artística española de la época, se muestra fiel a la tradición idealista del anterior siglo XVI y poco proclive a los progresos de la pintura naturalista flamenca e italiana, sin embargo muestra su admiración por la pintura de su yerno y elogia los bodegones con figuras de marcado carácter naturalista que pintó en sus primeros años. Tenía un gran prestigio entre el clero y era muy influyente en los círculos literarios sevillanos que reunían a la nobleza local.[19]
Así describió Pacheco este periodo de aprendizaje: «Con esta doctrina [del dibujo] se crio mi yerno, Diego Velásques de Silva siendo muchacho, el cual tenía cohechado un aldeanillo aprendiz, que le servía de modelo en diversas acciones y posturas, ya llorando, ya riendo, sin perdonar dificultad alguna. Y hizo por él muchas cabezas de carbón y realce en papel azul, y de otros muchos naturales, con que granjeó la certeza en el retratar».[20] [21]
No se ha conservado ningún dibujo de los que debió realizar de este aprendiz, pero es significativa la repetición de las mismas caras y personas en algunas de sus obras de esta época[22] (véase por ejemplo el muchacho de la izquierda en Vieja friendo huevos o en El aguador de Sevilla).
Justi, el primer gran especialista sobre el pintor, consideraba que en el breve tiempo que pasó con Herrera debió transmitirle el impulso inicial que le dio grandeza y singularidad. Le debió enseñar la «libertad de mano», que Velázquez no alcanzaría hasta años más tarde en Madrid, aunque la ejecución libre era ya un rasgo conocido en su tiempo y anteriormente se había encontrado en El Greco. Posiblemente su primer maestro le sirviese de ejemplo en la búsqueda de su propio estilo, pues las analogías que se encuentran entre los dos son sólo de carácter general. En las primeras obras de Diego se encuentra un dibujo estricto atento a percibir la exactitud de la realidad del modelo, de plástica severa, totalmente opuesto a los contornos sueltos de la tumultuosa fantasía de las figuras de Herrera. Continuó su aprendizaje con un maestro totalmente diferente. Así como Herrera era un pintor nato muy temperamental, Pacheco era culto pero poco pintor, que lo que más valoraba era la ortodoxia. Justi concluía al comparar sus cuadros que Pacheco ejerció poca influencia artística en su discípulo.[7] Mayor influencia hubo de ejercer sobre él en los aspectos teóricos, tanto de carácter iconográfico, por ejemplo en su defensa de la Crucifixión con cuatro clavos, como en lo que se refiere al reconocimiento de la pintura como un arte noble y liberal, frente al carácter meramente artesanal con que era percibido por la mayoría de sus contemporáneos.[23]
Debe advertirse, con todo, que de haber sido discípulo de Herrera el Viejo, lo habría sido en los inicios de su carrera, cuando éste contaba alrededor de veinte años y ni siquiera se había examinado como pintor, lo que sólo haría en 1619 y precisamente ante Francisco Pacheco.[24] Jonathan Brown, que no toma en consideración la supuesta etapa de formación con Herrera, apunta otra posible influencia temprana, la de Juan de Roelas, presente en Sevilla durante los años de aprendizaje de Velázquez. Habiendo recibido importantes encargos eclesiásticos, Roelas introdujo en Sevilla el incipiente naturalismo escurialense, distinto del practicado por el joven Velázquez.[25]
Quevedo» redirige aquí. Para otras acepciones, véase Quevedo (desambiguación).
Francisco de Quevedo

Retrato de Francisco de Quevedo, atribuido a Van der Hamen o a Velázquez.
Nombre completo
Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos
Nacimiento
Defunción
Ocupación
Nacionalidad
Período
Lengua de producción literaria
Movimientos
Firma
Firma de Francisco de Quevedo.gif
Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos (Madrid, 14 de septiembre de 1580[1]Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 8 de septiembre de 1645), conocido como Francisco de Quevedo, fue un escritor español del Siglo de Oro. Se trata de uno de los autores más destacados de la historia de la literatura española y es especialmente conocido por su obra poética, aunque también escribió obras narrativas y obras dramáticas.
Ostentó los títulos de señor de La Torre de Juan Abad y caballero de la Orden de Santiago.
Quevedo nació en Madrid en el seno de una familia de hidalgos provenientes de la aldea de Vejorís (Santiurde de Toranzo), en las montañas de Cantabria.[2] [3] Fue bautizado en la parroquia de San Ginés el 26 de septiembre de 1580. Su infancia transcurrió en la Villa y Corte, rodeado de nobles y potentados, ya que sus padres desempeñaban altos cargos en Palacio. Su madre, María de Santibáñez, era dama de la reina, y su padre, Pedro Gómez de Quevedo, era el secretario de la hermana del rey Felipe II, María de Austria. Huérfano de padre a los seis años, le nombraron por tutor a un pariente lejano, Agustín de Villanueva. En 1591 falleció su hermano Pedro. Pasó al Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, en lo que hoy es el Instituto de San Isidro de Madrid.[4] y estudió Teología en Alcalá sin llegar a ordenarse, así como lenguas antiguas y modernas. Durante la estancia de la Corte en Valladolid parece ser que circularon los primeros poemas de Quevedo, que imitaban o parodiaban los de Luis de Góngora bajo seudónimo (Miguel de Musa) o no, y el poeta cordobés detectó con rapidez al joven que minaba su reputación y ganaba fama a su costa, de forma que decidió atacarlo con una serie de poemas; Quevedo le contestó y ese fue el comienzo de una enemistad que no terminó hasta la muerte del cisne cordobés, quien dejó en estos versos constancia de la deuda que Quevedo le tenía contraída.[5]

Gaspar de Guzmán y Pimentel Ribera y Velasco de Tovar (Roma, 6 de enero de 1587 - Toro, 22 de julio de 1645) fue un noble y político español, III conde de Olivares, I duque de Sanlúcar la Mayor, I marqués de Heliche, I conde de Arzarcóllar y I príncipe de Aracena, conocido como el conde-duque de Olivares, valido del rey Felipe IV (que reina hasta 1665
Reseña biográfica
Nieto de Pedro Pérez de Guzmán y Zúñiga, I conde de Olivares, y bisnieto del III duque de Medina Sidonia, nació en Roma, donde su padre, Enrique de Guzmán, era embajador de España. Vivió en Italia hasta los doce años, pues su padre fue sucesivamente virrey de Sicilia y de Nápoles. Como tercer[1] hijo de la Casa de Olivares, rama menor de la poderosa Casa de Medina Sidonia, se le destinó a la carrera eclesiástica. A los catorce años fue enviado a estudiar derecho canónico a la Universidad de Salamanca. Sin embargo, las muertes sucesivas de sus dos hermanos mayores le convirtieron en heredero del título, de forma que tuvo que abandonar en 1604 los estudios para acompañar a su padre en la corte de Felipe III, donde éste había sido nombrado miembro del Consejo de Estado y Contador Mayor de Cuentas. Al morir su padre en 1607, heredó el mayorazgo de Olivares y se concentró en cortejar a su prima, Inés de Zúñiga y Velasco, con la que se casaría ese año, con la pretensión de obtener el título de Grande de España. Ante el fracaso en esta pretensión, se retiró a Sevilla para administrar sus dominios, donde pasaría ocho años y compraría la jurisdicción de la villa de Bollullos de la Mitación.
Ascenso al poder 
El conde-duque de Olivares, Velázquez (1638), Museo del Hermitage.
En 1615 consiguió que Francisco de Sandoval, duque de Lerma, lo nombrase gentilhombre de cámara del príncipe Felipe, futuro Felipe IV, con lo que regresó a la corte. Desde ese cargo intervino en las luchas de poder entre el valido del rey, el duque de Lerma y su hijo, el duque de Uceda, apoyando a este último. A la caída de aquel, en 1618, Olivares se encontró formando parte de la facción ganadora. Desde ese papel, emprendió la creación de un polo de poder alternativo, apoyándose en su tío Baltasar de Zúñiga y Velasco, que había sido llamado a la corte en 1617 por el duque de Uceda, a sugerencia de Olivares. Éste, hombre inteligente y de gran influencia, supo hacerse con el favor del futuro Felipe IV, de forma que cuando accedió al trono en 1621 lo nombró favorito en lugar del duque de Uceda, triunfando la facción de Olivares. El 10 de abril de ese año, el rey concedió a Olivares el título de grande de España, utilizando la fórmula convencional «Conde de Olivares, cubríos». Finalmente, a la muerte de su tío en 1622, se hizo cargo del gobierno como valido.
En lo tocante a la política que habría de seguir en Nueva España, envió para poner en práctica su proyecto reformista al marqués de los Gelves, hombre ya viejo para la época pero acostumbrado a obedecer.
Desde 1622 sus cargos en la corte fueron Sumiller de Corps y Caballerizo mayor, con los que se garantizaba el acceso constante a la persona del rey, tanto dentro de palacio como cuando salía de caza, e incluso con la obligación de dormir en sus aposentos. Desde 1636 también fue camarero mayor. Aparte de otras dignidades y oficios, llegó a ser Comendador Mayor de la orden de Alcántara, Alcaide del Alcázar de Sevilla, Gran Canciller de Indias, General de la caballería española, Tesorero general de la Corona de Aragón y Teniente General. Tuvo asiento en las Cortes de Castilla.
«Felipe IV» redirige aquí. Para otras acepciones, véase Felipe IV (desambiguación).
Felipe IV de España

Retrato de Felipe IV, por Diego Velázquez. National Gallery de Londres
Predecesor
Sucesor
Información personal
Nacimiento
Fallecimiento
Entierro
Residencia
Familia
Casa Real
Padre
Madre
Consorte
Descendencia
véase Familia

Firma
Firma de Felipe IV de España
Escudo de Armas de Felipe II a Carlos II.svg
Escudo de Felipe IV de España
Felipe IV de Austria (o Habsburgo) (Valladolid, 8 de abril de 1605Madrid, 17 de septiembre de 1665), llamado el Grande o el Rey Planeta, fue rey de España[2] desde el 31 de marzo de 1621 hasta su muerte, y de Portugal desde la misma fecha hasta diciembre de 1640. Su reinado de 44 años y 170 días fue el más largo de la casa de Austria y el tercero de la historia española, siendo superado sólo por Felipe V y Alfonso XIII, aunque los primeros dieciséis años del reinado de este último fueron bajo regencia.
Durante la primera etapa de su reinado compartió la responsabilidad de los asuntos de Estado con don Gaspar de Guzmán, Conde-Duque de Olivares, quien realizó una enérgica política exterior que buscaba mantener la hegemonía española en Europa. Tras la caída de Olivares, se encargó personalmente de los asuntos de gobierno, ayudado por cortesanos muy influyentes, como Luis Méndez de Haro, sobrino de Olivares, y el duque de Medina de las Torres.
Los exitosos primeros años de su reinado auguraron la restauración de la preeminencia universal de los Habsburgo, pero la guerra constante de la Europa protestante y la católica Francia contra España condujeron al declive y ruina de la Monarquía Hispánica, que hubo de ceder la hegemonía en Europa a la pujante Francia de Luis XIV, así como reconocer la independencia de Portugal y las Provincias Unidas.
Felipe Domingo Víctor de la Cruz nació el 8 de abril de 1605 en el Palacio Real de Valladolid. Fue el tercero de los ocho hijos, y primer varón, del matrimonio habido entre Felipe III de España y su prima segunda (sus abuelos Felipe II de España y Carlos II de Estiria eran primos) la archiduquesa Margarita de Austria. A las siete semanas de nacer fue llevado a la pila bautismal de la iglesia conventual de San Pablo de Valladolid en brazos del ambicioso valido de Felipe III, el Duque de Lerma.
Reinado
Etapa del Conde-duque de Olivares (1621-43) [editar]
Cuando se aproximaba el fin del reinado de Felipe III, las intrigas palaciegas se disputaban la confianza del futuro rey, el Príncipe de Asturias que llegaría a ser Felipe IV. El valido del rey, el Duque de Lerma, luchaba por obtener el favor del monarca con el apoyo de su yerno, el Conde de Lemos y de su primo, Fernando de Borja, gentil hombre de la cámara del príncipe, frente a sus dos hijos, el Duque de Uceda y el Conde de Saldaña. Olivares, que durante tanto tiempo había sido un personaje aislado en aquella casa, se había convertido en un estrecho aliado de los hijos contra su padre.
También aprovechó el Conde-duque la posición de su tío Baltasar de Zúñiga en el Consejo de Estado (que él mismo había propiciado) para mover los hilos de palacio.

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Tras la muerte del rey en 1621 debido a unas fiebres que contrajo en 1619 al regreso de un viaje a Portugal, donde su hijo había sido jurado como heredero de la corona portuguesa, el nuevo rey Felipe IV escogió al Conde-duque de Olivares como valido.


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